miércoles, 25 de febrero de 2015

Introducción a la Semántica

Para repasar los conceptos vistos en clase de modo interactivo, visita esta página.

En esta entrada, vamos a ampliar los contenidos tratados en clase sobre Léxico y Semántica.










PRINCIPALES CONCEPTOS EN SEMÁNTICA

La semántica.
    Vamos a pasar ahora al estudio del significado. Es la ciencia que conocemos con el nombre de semántica. Tenemos que partir de una definición previa. Sabemos que todo signo lingüístico tiene dos caras. el significante o parte material del signo y el significado o imagen mental que sugiere el significante. Aún hemos de añadir un nuevo elemento: el referente o elemento real, existente, al que se refieren tanto significado como significante. No es lo mismo la palabra que designa un referente que el referente mismo. 
    

 Componentes del significado.

    El significado o imagen mental está compuesto por una serie de rasgos conceptuales que todos los hablantes de una lengua asocian de una manera general a un significante. No obstante lo dicho, hay que tener en cuenta que este significado tiene dos componentes: 

 Denotación. Son los rasgos conceptuales objetivos. Es el significado que presenta una palabra fuera de cualquier contexto. Constituyen el núcleo semántico fundamental. Son comunes a todos los hablantes. Es el significado que encontraremos en el diccionario  
Connotación. Son los rasgos conceptuales subjetivos.  Son las significaciones que lleva añadidas una palabra. Estas significaciones tienen un carácter marcadamente subjetivo. Dependiendo de los hablantes, una misma palabra puede tener connotaciones distintas. 
    La semántica estudia las diferentes relaciones que contrae un signo con todos los demás, pues todo el léxico constituye un sistema, cuya estructuración facilita a los hablantes la adquisición de ese léxico. Vamos a ver alguna de estas relaciones.

 Relaciones entre significantes: la homonimia 

HOMONIMIA

    Decimos que dos palabras son homónimas si su significante es el mismo, es decir, están compuestas por los mismos fonemas, o su realización fonética coincide. No se trata, pues de relación entre significados.
    La relación homonímica más habitual se produce entre palabras de distinta categoría gramatical:
  • Vino: sustantivo, masculina, singular
  • Vino: tercera persona del singular del pretérito indefinido, del verbo venir
    Pero también se produce en palabras de la misma categoría. Se da en aquellos casas en que el significado de las palabras no tiene ninguna relación, porque proceden de étimos distintos.
  • Hinojo: 'planta medicinal'. ( finoculum)
  • Hinojo: 'rodilla' (genuculum )
    Dentro del concepto general de homonimia, se pueden distinguir :
  • palabras homógrafas: Tienen las mismas grafías y los mismos sonidos 
    • haya:'árbol'
    • haya:'primera/tercera pers.sing. presente de subj. de haber'
  • palabras homófonas: Tienen los mismos sonidos.. pero distintas grafías.
    • aya.'criada'
    • halla: 'segunda pers. sing. Imperativo'.
    Todas ellas son, por supuesto, homónimas. Las dos primeras son homógrafas. Las dos últimas son homófonas, entre sí, y respecto a las anteriores.

Los homónimos son palabras que teniendo la misma constitución fonológica se diferencian por su significado. En este caso, los rasgos de los dos significados son independientes: un significante como /bala/ se refiere tanto a la "bala de algodón" como a "bala de fusil".

Los homónimos pueden ser:

a) Homónimos lexicales: los que pertenecen a la misma categoría gramatical: onda y honda, botar y votar, haya y aya, ojear y hojear...

b) Homónimos gramaticales: los que no pertenecen a la misma categoría gramatical (cave, verbo, y cabe, preposición), o los que perteneciendo a la misma categoría gramatical se diferencian por alguna marca morfemática: el pez-la pez, el orden-la orden...

c) Homónimos léxico-gramaticales: los que se han formado a través de un cambio de funciones: poder (verbo) -  poder (sustantivo).

d) Homónimos morfológicos: cuando se producen diferentes formas de una sola palabra: "decía": primera y tercera persona del imperfecto de  indicativo; "salimos": primeras personas del presente y del perfecto de indicativo. O se dan formas correspondientes de palabras diferentes: "fui" (de ""ser" y de "ir"), "ve" (de "ir" y de "ver"), etc.

            Si la homofonía va acompañada de la homografía en cualquiera de los casos arriba mencionados, se puede hablar de "homónimos absolutos" ("ayuda de cámara" y "ayuda al prójimo"), cabe (preposición) y cabe (verbo), mientras que, si no, serán "homónimos" parciales: cave (verbo "cavar") y cabe (preposición).

La causa principal de la homonimia es la evolución fonética convergente de palabras distintas procedentes de un período anterior (homónimos etimológicos).

Cuanto más desgaste fónico hayan sufrido las lenguas en su evolución, y por lo tanto hayan originado palabras muy cortas (monosilábicas), tanto más frecuente será la homonimia caso del francés o del inglés. En español, por ejemplo, "señor" evolucionó a través de seor® seo hasta so (que aún queda en la expresión despectiva -"so tonto"-), y también sub ® so (preposición). Del mismo modo, dominus ® don, y donu ® don.
  
La homonimia también puede darse ocasionalmente a causa de procesos fonosintácticos; recuérdese el verso de Góngora: "con dados ganan condados", o: "un novillo/ un ovillo, la amiga/la miga, las salas/las alas, etc."

¿Qué soluciones tiene la lengua para evitar los casos de homonimia? En la mayoría de las ocasiones, es muy difícil que se produzca la homonimia, ya que la pertenencia de los homónimos a categorías gramaticales diferentes y, por lo tanto, conmutables sólo en determinados puntos de la cadena sintagmática, evitan la confusión; por otra parte, el contexto también resuelve estos casos.

Pero la lengua puede recurrir a determinados procedimientos para evitar los casos de homonimia. Veamos algunos:
1º) El género gramatical es un elemento eficaz para ello; por ejemplo, en castellano: el orden/la orden, el pez/la pez, el corte/la corte, el guía/la guía.
2º) Del mismo modo, el número gramatical puede realizar la diferencia: hinojo/hinojos, esposa/esposas, grillo/grillos.
3º) Por ligera modificación de las formas homonímicas, bien cambiando un sonido o por introducción de uno nuevo: especie y especia, derivados del mismo étimo latino: species.
4º) Realizando una modificación preventiva en la evolución de la palabra: la conservación de la (f) latina en ciertas palabras ha permitido distinguirlas de otras en las que se produjo su desaparición: fijo (fixu)/hijo (filiu); fiel (fidele)/hiel (fel). En regiones de Venezuela y Puerto Rico, fojas (hojas de libros) y hojas (hojas de árboles).
5º) Si la homonimia se llega a producir, la lengua aún dispone del procedimiento de sustitución de un elemento por otro. El latín "oleum" evolucionó sólo hasta "olio";  podía  haber  seguido  hasta "ojo", pero para evitar la colisión con "ojo" (oculum) se tomó el arabismo "aceite".

 Relaciones entre significado y significante: monosemia, polisemia, sinonimia y paronimia.

 MONOSEMIA

    Es la relación habitual que existe entre el significado y el significante en una palabra. A un significante se corresponde un sólo significado. Por ejemplo, la palabra lapicero expresa un referente que sólo puede ser evocado mediante ese significante.

 POLISEMIA

    Una palabra es polisémica cuando podemos expresar con ella varios significados.0 dicho de otra forma: un significante puede tener varios significados. La polisemia se distingue de la homonimia en que se trata de na relación entre los dos planos del signo lingüístico: los diferentes significados de una palabra tienen, o han tenido, un origen común.
  • Araña:  'animal'/'lámpara'
  • Espada: ' instrumento'/' matador de toros.'
    La polisemia es uno de los mecanismos más eficaces de economía lingüística, pues permite expresar varios significados cou un único significante.  


METAFORIZACIÓN

Se trata de un caso particular de la polisemia. En la metáfora, un significante acepta otro significado distinto al propio en virtud de una comparación no expresa. Al mismo tiempo, se produce una reducción del significado: por ejemplo, en "el calor dilata los cuerpos", podemos decir que el calor tiene los rasgos de energía, intensidad y grado, mientras que en "el calor de la ovación" falta el rasgo de grado, manteniéndose los otros dos.



Si la metáfora es esencialmente un recurso estilístico, puede llegar un momento en el que pierda su función estilística, por desgaste, y se incorpore a la lengua común.

Las metáforas se pueden clasificar en:

a) Metáforas antropomórficas, en las que se toman los nombres de partes del cuerpo humano para designar objetos inanimados: si la "cabeza" es la parte más alta, más visible, la primera, etc., del hombre, serán fáciles las denominaciones "cabeza" de familia, de puente,  de una procesión, de un partido judicial... Igual que pasa con "brazo": brazo de mar, de una cruz, de palanca, de un candelabro, etc.; la "boca" de un río, los "pulmones" de la ciudad,
las  "manecillas" del reloj, etc.

Muchas  veces también las partes del  cuerpo  reciben  nombres de  animales o de objetos inanimados:  columna  vertebral, espina dorsal,  nuez,   manzana de Adán, músculo  (del  latín  "musculus", ratoncito),  etc.

b) Metáforas animales. Las metáforas procedentes del reino animal se centran en dos direcciones:

1ª) Aplicación de nombres de animales a plantas y a objetos inanimados: pata de gallo, barba de chivo, diente de león, boca de dragón, gatillo de una escopeta, perrillo de una escopeta...

2ª) Aplicación de nombres de animales a la esfera humana: una persona puede ser un "burro", un "león", un "lince", etc.

c) Metáforas sinestésicas. Asimilación de un sonido a un color, de un color a un olor, etc. Se dice corrientemente,"un color cálido", "una voz cálida", aunque el calor sea un fenómeno de temperatura inaplicable a impresiones  visuales o acústicas. Decimos del mismo modo "una voz clara", "una voz oscura".

Algunos adjetivos como "dulce" se prestan a transposiciones en todos los sentidos: aplicado propiamente al gusto, se dice también de un sonido, de una mirada, del viento, del carácter...

d) De lo concreto a lo abstracto. Para el hombre primitivo, sólo cuentan las cosas concretas. La abstracción aparece conforme se afirman las facultades intelectuales a través de operaciones de análisis y de síntesis: de ahí la riqueza de términos concretos y la carencia de vocablos abstractos en el léxico de las tribus primitivas.

Esta primacía de lo concreto se manifiesta bien por la procedencia de muchos términos abstractos, en los que no se intuye su primitivo significado, bien por la tendencia universal de traspasar palabras del mundo material al moral.

Las abstracciones de origen concreto tienen varias capas. El "alma" y el "espíritu" nos retrotraen a muy antiguas concepciones de los fenómenos síquicos: en latín "spiritus" significa propiamente "soplo", después "soplo vital", "alma", mientras que "animus", "ánima" están emparentadas con el griego "anemos" ("viento").

 SINONIMIA

    Dos o más palabras son sinónimas si tienen el mismo significado. Es decir, la sinonimia consiste en la igualdad de significado, cuando existen diferentes significantes. Algunas lingüistas niegan la sinonimia, pues en realidad no habría dos palabras con un significado totalmente exacto. O cuando menos, sería prácticamente imposible encontrar palabras con el mismo significado teniendo en cuenta todas sus acepciones y contextos en los que podría aparecer. Por ello, se pueden distinguir diversas formas en que puede presentarse la sinonimia:
 Sinonimia conceptual: Los significados denotativos son plenamente coincidentes. Ej: listo=inteligente
 Sinonimia connotativa: Puede, en ocasiones, no haber coincidencia denotativa; sin embargo esto no impediría que se consideren sinónimos por los valores connotativos que encierran. Ej: listo=zorro
 Sinonimia contextual: En determinados contextos, se pueden stablecer ciertas sinonimias que serían impensables en otros. Ej: listo=preparado, en contextos como ¿ Estás listo?
¿Cómo pueden producirse los sinónimos?

1º) Pueden provenir a causa de préstamos léxicos de otras lenguas; pensemos, por ejemplo, en "avión" y" aeroplano", "bicicleta" y "velocípedo", "recibidor", frente a vestíbulo o hall, etc.

2º) Pueden originarse a causa de la falta de precisión en el uso de las palabras por parte del hablante: hoy "acordarse" y "recordar" son sinónimos, mientras que en el español antiguo y aún hoy en Uruguay, Argentina, Chile, Guatemala y Ecuador, "recordar" significa "despertar" ("Recuerde el alma dormida... ").

3º) El deseo de distinguir con precisión los seres, las cosas, las cualidades, las acciones, puede originar sinónimos entre palabras procedentes de la misma etimología, pero en las que el hablante no siente hoy el mismo parentesco etimológico: íntegro y entero, rápido y raudo, etc.

4º) La apócope de una palabra, como "automóvil" y "auto"; "autobús" y "bus", etc.

 METONIMIA

La metonimia es la transferencia del nombre por contigüidad de los significados. Por ejemplo, la "onza de oro" se denominó "pelucona" por alusión a la peluca o cabellera larga del busto grabado en estas monedas, especialmente las acuñadas hasta Carlos IV, inclusive. El significado sería: "pieza de moneda" con "busto con peluca larga". Al tomar sólo una parte de este significado, predominó el segundo rasgo, obteniendo la metonimia: "una pelucona". Las metonimias consisten en tomar la parte por el todo, el contenido por el continente, el instrumento por la acción, y viceversa. Existe, por lo tanto, una relación de contigüidad entre dos significados.

Esta contigüidad puede ser:

1º) Espacial

a) Traslaciones del nombre de lugar propiamente dicho a la cosa: "pergamino" es una piel de Pérgamo, ciudad de Asia, donde se usó por primera vez este material para escribir. El "chal" debe su nombre y su origen a un valle de Afganistán así llamado. La "cachemira" procede del valle Cachemira. La "muselina" de Mosul, ciudad del Kurdistán turco. La "bujía" (vela) toma su nombre de Bujía, ciudad de Argelia que producía cera en gran cantidad. "Landó" y  "berlina" son formas de carruaje que se usaron por primera vez en Landau y en Berlín, respectivamente, etc.
b) Traslación del nombre del continente al contenido: "focus" era el hogar, donde se conservaba el fuego, pero ya en tiempo del Imperio Romano empezó a aplicarse este nombre al contenido y así, con esta segunda significación, se halla en las lenguas romances: fuoco (italiano), foc (rumano), feu (francés), fuego (español).
c) Traslación de la cosa localizada al lugar: los "pies" de la cama, sitio donde quedan los pies por oposición a cabecera; "café", bebida, y lugar donde se vende, procede de Kafa. Muy general es el caso de las partes del vestido que reciben el nombre de las correspondientes del cuerpo: cuello, talle, costado, "dedos" de los guantes...
d) Traslación del nombre del contenido al continente. Así, solemos denominar los libros por la materia que tratan: una gramática, una filosofía, una física, etc. De otra, parte, ayuntamiento, concejo, colegio, significan primeramente reunión de las personas, y, luego, la casa donde se reúnen.

2º) Temporal
Del tiempo en que suelen rezarse, toman su nombre "vísperas", rezo de la tarde (del latín "vespera" = tarde) y "maitines", rezo de la mañana. Otros ejemplos: "siesta" (del latín hora sexta = medio día) descanso al medio día. "Hacer su agosto" (cosechar) porque en agosto tiene lugar la cosecha.

3º) Causal.
En "estilo" (instrumento para escribir, del latín "stilus"), el nombre del instrumento se ha comunicado al modo como se ejecuta la acción. Tener "buen estilo", escribir, castiza, elegantemente, tener buena manera de escribir; hoy, como ya no se siente la traslación en estilo, se dice: "tiene buena pluma".

La sinécdoque es la metonimia que toma la parte por el todo: "cañón" (máquina de guerra), sólo significa cilindro hueco (cañón, aumentativo de caña; el cañón de la escopeta); por metonimia pasó a designar toda la máquina. Otro ejemplo: "molino": a) piedra o pieza que muele; b) la máquina en conjunto; c) la casa. 


 PARONIMIA



La afinidad entre los significantes es la llamada paronimia, que se produce entre unidades léxicas, cuyos significantes difieren muy poco desde el punto de vista acústico: desecar/disecar, adoptar/adaptar, actitud/aptitud.

Relaciones entre significados: el campo semántico

    En estos casos sólo tenemos en cuenta el significado de la palabra; nos olvidamos del significante. Todo significado está constituido por una serie de notas significativas que aludenan a su referente, y que pueden servir para diferenciar unas palabras de otras: reciben el nombre de semas. El conjunto de todos los semas de una palabra es el significado o semema.
    Evidentemente, los sememas aluden siempre a los referentes, pero no se identifican con ellos. Las palabras no son  las cosas, sino la forma de referirse a ellas. Cada lengua expresa una visión del mundo diferente, aunque el mundo sea el mismo para todos. Ello obedece a que el significado de las palabras no se establece de una manera arbitraria. Es posible descubrir una estructuración lingüística también dentro de los significados. De ahí nace el concepto de campo semántico: es un conjunto de palabras que tienen un sema común, entre las cuales se pueden establecer diversos tipos  de relaciones. Cada lengua posee su propia forma de estructuración de sus campos semánticos.
    Ciertos factores contribuyen a esta estructuración. Los más estudiados son los que se verán a continuación.

 HIPERONIMIA E HIPONIMIA

La relación de inclusión es uno de los principios más universales en la organización del léxico de las lenguas. Técnicamente esta relación recibe el nombre de hiponimia. En este sentido, el significado de "perro" estaría incluido en el de animal, o el de "tulipán" en el de flor, de manera que "perro y "tulipán" serían sus hipónimos respectivos. 

La relación inversa se llama hiperonimia: animal es hiperónimo de "perro" y flor lo es de "tulipán". El conjunto de términos hipónimos de un mismo hiperónimo (tulipán, clavel, rosa, margarita...) son cohipónimos.

Estas relaciones permiten una estructuración jerarquizada del léxico en diversos estratos cuyos términos presentan, de abajo arriba, comprensión decreciente y extensión creciente. Así, a"boxer" corresponden más rasgos que a "perro" (comprensión) y, por tanto, puede aplicarse a menos seres (extensión); "perro", a su vez, es más comprensivo y menos extenso que "animal" y éste, por su parte, menos extenso que "ser". Esta red de relaciones se extiende en forma de pirámide.

Sin embargo, estas relaciones son con frecuencia ambiguas y producen no pocas lagunas y solapamientos. No es raro encontrar en las lenguas naturales series de cohipónimos, como" olla", "cacerola", "sartén", "cazo"..., que carecen de hiperónimo. En estos casos es necesario recurrir a un sintagma lexicalizado, "utensilio de cocina", para llenar el hueco correspondiente. Esta jerarquización léxica no se corresponde necesariamente con las taxonomías científicas, sistemáticas, completas y objetivas. En el caso del léxico, no se atiende a lo científicamente observable, sino a la relación del hombre con lo designado. Así, “piojo", "cucaracha", "grillo", "mosquito", "lagarto"... son bichos. No diríamos "animal" para referirnos a una "mosca" ("He matado una mosca" no es reemplazable por "He matado un animal", pese a que científicamente sea correcto).

 ANTONIMIA


La antonimia se produce entre dos palabras que tienen sentido contrario. Los antónimos pueden ser de dos tipos:

a) Antónimos gramaticales, que se forman por medio de un procedimiento gramatical, sobre todo, con la ayuda de prefijos de sentido negativo: no, in, des, etc.: humano/inhumano, proporción/desproporción, labial/no labial, etc.

b) Antónimos lexicales, que se producen entre unidades lexicales; cuanto menor sea la polisemia que contienen las palabras en cuestión, tanto más absoluta será la antonimia: no/si, nunca/siempre, dormirse/despertarse, tónico/átono, etc.


Por el contrario, cuanto más polisémicas sean las palabras, tanto más parcial será la antonimia, porque sólo uno de los significados de una palabra puede ser contrapuesto a los significados de otra palabra: por ejemplo, "libertino" se opone por un lado a "casto" y, por otro, a "religioso" o "creyente"; "libre" puede oponerse a prisionero, cautivo, esclavo, ocupado, molesto, embarazado, etc.

Las cualidades crean abundantes antónimos, expresadas por medio de sustantivos, adjetivos o adverbios. También son bastante numerosos los antónimos verbales: aparecer/desaparecer, vestirse/desvestirse, etc.

 LOS CAMBIOS DE SENTIDO

 Las palabras cambian de significado a lo largo de la historia: la electricidad no es ni mucho menos, el "elektron" (ámbar) de los griegos (por la propiedad del ámbar de atraer los cuerpos cuando se frota); nuestro "átomo" no es tampoco el mismo de Pitágoras, ni el de hace noventa años. El semantista trata de indagar las causas y la forma del cambio semántico, así como el momento en que ocurrió.

CAUSAS DE LOS CAMBIOS DE SENTIDO

Las causas que motivan los cambios del significado pueden ser las siguientes:

CAUSAS LINGÜÍSTICAS

Las causas lingüísticas pueden ser:

a) Fonéticas: la evolución fonética divergente de un mismo étimo da lugar no sólo a significantes diferentes, sino también a significados: capital y caudal, cátedra y cadera, cripta y gruta, estricto y estrecho, etc.

b) Morfosintácticas: el significado de una palabra puede modificarse por influencia de otra palabra que figura frecuentemente en la misma frase, o de la estructura general de la frase misma. Muchos verbos se generalizan como auxiliares: como "ir": "fue y se lo comió"; "cogió y se sentó"; "cogió y se fue" (=se fue).

c) La etimología popular hace que se reúnan muchas veces en un solo significante los significados de "actitud" y "aptitud", "adaptar" y "adoptar", "competer" y "competir".

Las palabras antiguas "antuçanu", "anteuzano" significan la "plazuela que se dejaba en las casas antiguas ante la puerta" (en latín, ante + ostianum); se convirtieron en "altozano" por influencia de "alto", ya que los atrios que se dejaban ante las iglesias y castillos eran altos.

El culto "vagabundo" (del latín tardío "vagabundus") se deformó en "vagamundo", donde la nueva motivación del segundo elemento ("mundus") modifica el contenido.

            d) La elipsis. Un solo concepto puede expresarse por medio de dos o más palabras que tienen unidad semántica, por ejemplo, "barco de vela".


En estos casos, la tendencia a la economía del lenguaje hace que se reduzcan estas secuencias léxicas, demasiado largas, suprimiendo las palabras que se pueden adivinar: un barco de vapor ® un vapor.

A veces, la supresión alcanza a varias palabras: "un traje de baño de dos piezas" ® "un dos piezas". De este modo, una sola palabra expresa lo que antes se había hecho por medio de un sintagma. Éste puede alternar con la expresión elíptica: "barco de vapor" ® "vapor", o ser olvidado: presente (tiempo presente), oclusivas (consonantes oclusivas), corcho (tapón de corcho), el rápido (el tren rápido), etc. Un número elevado de elipsis de este género se encuentra en las lenguas especiales, por ejemplo: a) de los militares: un (globo) dirigible, 5º (regimiento) de infantería; b) de los deportes: (prueba) eliminatoria, (caballo) favorito, (puñetazo) directo; c) matemáticas: (línea) diagonal, (línea) perpendicular, etc.

CAUSAS HISTÓRICAS

Afectan indirectamente al sistema de la lengua; son debidas a los cambios que sufren las técnicas, las instituciones, las costumbres, etc.

La técnica crea productos nuevos, pero el nombre no cambia: nuestro "papel" (procede por vía semiculta del latín "papyrus", a su vez, del griego "pápiros"; el papel fue introducido por los árabes en Europa a través de Cataluña e Italia) no tiene ninguna semejanza con el papiro clásico. "Geometría" significaba antes el “arte de medir los terrenos". "Átomo" es hoy una palabra etimológicamente inapropiada, puesto que en griego significaba "indivisible".

CAUSAS SOCIALES

Cuando una palabra pasa del lenguaje ordinario a una nomenclatura especializada -la terminología de un oficio, un arte, una profesión o algún otro grupo limitado-, tiende a adquirir un sentido más restringido. Recíprocamente, las palabras adoptadas del lenguaje de un grupo por el uso común suelen ensanchar su significado. Hay así dos tendencias socialmente condicionadas que operan en direcciones opuestas: la especialización y la generalización.

La especialización del significado es una de las fuentes de la polisemia. En muchos casos, el sentido especializado ha anulado por completo al general. Por ejemplo,"laborare" (trabajar) especializado en "labrar"; "pacare" (aquietar) especializado en "pagar"; "forma" (forma) especializado en "horma"; ""cibus" (comida) especializado en cebo; "sermone" (conversación) especializado en "sermón"; "conventus" y "congressus", que significaban "reunión", especializados en "convento" y "congreso", respectivamente.

            El proceso inverso, también muy usado, es la generalización. La lengua de los marineros ha dejado, por ejemplo, ad-portare (del latín portus) "llegar al puerto" ® aportar; ad-ripare (del latín ripa) "llegar a la playa" ® arribar; la letra "delta" da su nombre a la isla de la desembocadura del Nilo, que tiene esa forma, y de aquí a la isla triangular que se encuentra en la desembocadura de cualquier río. "Alameda" es hoy cualquier camino bordeado de árboles; en su origen significó "camino bordeado de álamos", etc.


CAUSAS PSICOLÓGICAS

Muchas veces los cambios de significado tienen su origen en el estado de ánimo del hablante o en algún rasgo más permanente de índole mental. Dos son las causas más importantes de tales cambios: los factores emotivos y el tabú.

a) Los factores emotivos:

La expresividad está en relación con el sujeto hablante, y expresa el valor afectivo, desiderativo, estético, moral, que le atribuye el locutor.

La valoración estética o moral es la fuente principal de estos cambios: puede ser por metáfora: "mi gatita", "es un camello", "un pato", "un burro", etc., o por formación de diminutivos y aumentativos con valor afectivo: el proceso es siempre sicoasociativo; la pequeñez evoca ideas de delicadeza, de gentileza o, al contrario, de debilidad, de cosa mezquina; el aumentativo, de fuerza, de monstruosidad, de fealdad, etc.

b) El tabú y el eufemismo:

Tabú es una palabra polinésica que significa "sagrado", "prohibido". Se aplica a las personas y a las cosas prohibidas.

Lingüísticamente, se refleja en la prohibición de pronunciar una palabra que designa un ser maligno, un fenómeno natural, una enfermedad, etc. En toda comunidad, por diversas razones, siempre hay nociones que sus miembros evitan nombrar.

En la mayoría de los casos, se dejará de utilizar la palabra objeto del tabú y un sustituto vendrá a ocupar su lugar. Este sustituto es el eufemismo, palabra inofensiva utilizada en lugar de la de mal augurio.

El tabú puede ser de varios tipos:

a) Tabú de superstición: el irlandés tiene una docena de nombres para el oso y otra para el salmón, porque son dos animales que la imaginación popular había convertido en tabú, ya que se consideraba que los animales que se cazan o se pescan están investidos de poderes mágicos.

El latín "mustella" (comadreja) ha recibido muchas denominaciones que remontan al concepto de "hermoso": en Córcega, "bellula", en Verona, "beladónola", en español (Santander),"vilidilla" (del antiguo bellido, "hermoso). En español, francés del Sur y dialectos alemanes del Este, la comadreja es una "comadre"; para los griegos y árabes una "joven novia"; para los portugueses una "nuera"; para otros dialectos alemanes una "señorita", una "doncellita", etc.; siempre es objeto de aduladoras designaciones.  Ello se explica por la antigua superstición según la cual la comadreja está provista de fuerzas misteriosas. Por ello, el pueblo, temiendo su carácter demoníaco, trata de granjearse su favor con nombres cariñosos.

La palabra "bonanza" ("tiempo tranquilo en el mar") se debe a la superstición de los marineros: la palabra griega "malakía" (blandura, flojedad) fue tomada en préstamo por los romanos bajo la forma de "malacia". Como el comienzo de la palabra -mal- hacía pensar en "malus" los marineros temiendo encolerizar a este "ser" o bien al ser causante de la calma marina, que era catastrófico para los barcos de vela, sustituyeron mal por bon (del latín "bonus", bueno).

b) Tabú de delicadeza, originado por la tendencia general a eludir la referencia directa a los asuntos desagradables, como los que se refieren a la muerte, a las dolencias y enfermedades, a los crímenes, a los defectos, etc. Por ejemplo, "desapareció", "se fue","cerró los ojos", con el valor de "se murió". "Imbécil" conservó hasta el XVIII su significado latino de "débil"; a partir de esta época, tomó el valor actual de "alelado", de "flaca inteligencia".

c) Tabú de decencia, originado por la costumbre de proscribir de la conversación todo lo que se refiera a las funciones sexuales y fisiológicas, a los órganos sexuales, etc. Por ejemplo, el español antiguo "garzón" pasó del sentido de "mozo" al de "mozo disoluto". En francés pasó algo similar, pero en el sexo femenino. La voz "garce" (femenino de "garçon") llegó a hacerse sinónima de "moza de malas costumbres". La lengua la dejó y puso en su lugar "fille" (femenino de "fils").

Pero la misma idea que había tenido la anterior manchó también a éste, y para utilizarla nuevamente fue menester añadirle el adjetivo jeune (joven): "jeune fille". Pero esta forma es insuficiente porque no puede decirse, por ejemplo, de una joven de 25 años; la lengua formará entonces la extraña denominación "une jeune personne". Otro caso: "amante" en el XVII aún no implicaba ninguna relación ilícita. Después se empezó a usar como atenuante y no tardó en adquirir el significado que había querido ocultar. De ahí la cantidad de palabras que surgen: amante, amiga, querida, entretenida, favorita, etc.

¿Qué procedimientos emplea la lengua para hacer frente al tabú? Siempre son procedimientos terapéuticos. Dos son los principales: la modificación y la sustitución.

a) La modificación, que puede realizarse sobre el cambio o la adición de uno o más fonemas de la palabra en cuestión: "leñe", "corcho", etc., o sobre una modificación que entraña la sustitución formal de una palabra por otra: voto a bríos (en el español antiguo "Dios"), pardiez, en lugar de "por Dios", diantre, por "diablo".

b) La sustitución. El "diablo" puede sustituirse por "tentador", "enemigo", "enemigo malo", "adversario", "príncipe de las Tinieblas"...

El español "siniestro" significó en principio "izquierdo", de donde ha evolucionado a "funesto", "infeliz", por el mal agüero que para el pueblo era la aparición de aves a mano izquierda del camino. El vacío producido se cubrió empleando la palabra de origen vasco "ezquer", que ha proporcionado las formas iberorrománicas. En francés ocurrió lo mismo: "senestre" fue sustituido por el "gauche" germánico.

Todos estos cambios conducen a que las palabras cambien de valor ante nuestros ojos: a que se ennoblezcan o a que se envilezcan. La Iglesia ennobleció un gran número de palabras, dándoles una significación nueva. "Verbum" pasó a significar el "Verbo Eterno" y dejó su lugar a "palabra". Como los cristianos pasaron a llamarse "servi Dei", y el Pontícife "servus servorum Dei", dejó de ser despectiva la voz "servus" y fue sustituida por "esclavo". "Pedagogo", de humilde origen ("criado" o "ayo"), ha subido a gran altura.

Otras veces se envilecen: "pedante" fue en su origen sinónimo de "pedagogo". "Pescuezo", "orejas", eran palabras finas en el XVI: hoy nos parecen bastas y tendemos a sustituirlas por "cuello", "oídos".




Para saber más

Actividades de profundización

lunes, 16 de febrero de 2015

Repaso de Morfología

Para repasar la Morfología que necesitas conocer, tienes este documento resumen:



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Ejercicios para repasar los conceptos.