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En esta entrada, vamos a ampliar los contenidos tratados en clase sobre Léxico y Semántica.
PRINCIPALES CONCEPTOS EN SEMÁNTICA
La semántica.
Vamos a pasar ahora al estudio del significado. Es la ciencia que conocemos con el nombre de semántica. Tenemos que partir de una definición previa. Sabemos que todo signo lingüístico tiene dos caras. el significante o parte material del signo y el significado o imagen mental que sugiere el significante. Aún hemos de añadir un nuevo elemento: el referente o elemento real, existente, al que se refieren tanto significado como significante. No es lo mismo la palabra que designa un referente que el referente mismo.
Componentes del significado.
El significado o imagen mental está compuesto por una serie de rasgos conceptuales que todos los hablantes de una lengua asocian de una manera general a un significante. No obstante lo dicho, hay que tener en cuenta que este significado tiene dos componentes:
Denotación. Son los rasgos conceptuales objetivos. Es el significado que presenta una palabra fuera de cualquier contexto. Constituyen el núcleo semántico fundamental. Son comunes a todos los hablantes. Es el significado que encontraremos en el diccionario
Connotación. Son los rasgos conceptuales subjetivos. Son las significaciones que lleva añadidas una palabra. Estas significaciones tienen un carácter marcadamente subjetivo. Dependiendo de los hablantes, una misma palabra puede tener connotaciones distintas.
La semántica estudia las diferentes relaciones que contrae un signo con todos los demás, pues todo el léxico constituye un sistema, cuya estructuración facilita a los hablantes la adquisición de ese léxico. Vamos a ver alguna de estas relaciones.
Relaciones entre significantes: la homonimia
HOMONIMIA
Decimos que dos palabras son homónimas si su significante es el mismo, es decir, están compuestas por los mismos fonemas, o su realización fonética coincide. No se trata, pues de relación entre significados.
La relación homonímica más habitual se produce entre palabras de distinta categoría gramatical:
Vino: sustantivo, masculina, singular
Vino: tercera persona del singular del pretérito indefinido, del verbo venir
Pero también se produce en palabras de la misma categoría. Se da en aquellos casas en que el significado de las palabras no tiene ninguna relación, porque proceden de étimos distintos.
Dentro del concepto general de homonimia, se pueden distinguir :
- palabras homógrafas: Tienen las mismas grafías y los mismos sonidos
- haya:'árbol'
- haya:'primera/tercera pers.sing. presente de subj. de haber'
- palabras homófonas: Tienen los mismos sonidos.. pero distintas grafías.
- aya.'criada'
- halla: 'segunda pers. sing. Imperativo'.
Todas ellas son, por supuesto, homónimas. Las dos primeras son homógrafas. Las dos últimas son homófonas, entre sí, y respecto a las anteriores.
Los
homónimos son palabras que teniendo la misma constitución fonológica se
diferencian por su significado. En este caso, los rasgos de los dos
significados son independientes: un significante como /bala/ se refiere tanto a
la "bala de algodón" como a "bala de fusil".
Los homónimos
pueden ser:
a) Homónimos
lexicales: los que pertenecen a la misma categoría gramatical: onda y
honda, botar y votar, haya y aya, ojear y hojear...
b) Homónimos
gramaticales: los que no pertenecen a la misma categoría gramatical (cave,
verbo, y cabe, preposición), o los que perteneciendo a la misma categoría
gramatical se diferencian por alguna marca morfemática: el pez-la pez, el
orden-la orden...
c) Homónimos
léxico-gramaticales: los que se han formado a través de un cambio de
funciones: poder (verbo) - poder
(sustantivo).
d) Homónimos
morfológicos: cuando se producen diferentes formas de una sola palabra:
"decía": primera y tercera persona del imperfecto de indicativo; "salimos": primeras
personas del presente y del perfecto de indicativo. O se dan formas correspondientes
de palabras diferentes: "fui" (de ""ser" y de
"ir"), "ve" (de "ir" y de "ver"), etc.
Si
la homofonía va acompañada de la homografía en cualquiera de los casos arriba
mencionados, se puede hablar de "homónimos absolutos" ("ayuda de
cámara" y "ayuda al prójimo"), cabe (preposición) y cabe
(verbo), mientras que, si no, serán "homónimos" parciales: cave
(verbo "cavar") y cabe (preposición).
La causa
principal de la homonimia es la evolución fonética convergente de palabras
distintas procedentes de un período anterior (homónimos etimológicos).
Cuanto más
desgaste fónico hayan sufrido las lenguas en su evolución, y por lo tanto hayan
originado palabras muy cortas (monosilábicas), tanto más frecuente será la
homonimia caso del francés o del inglés. En español, por ejemplo, "señor"
evolucionó a través de seor® seo hasta so (que aún queda en la expresión
despectiva -"so tonto"-), y también sub ® so (preposición). Del mismo modo,
dominus ® don, y donu ® don.
La
homonimia también puede darse ocasionalmente a causa de procesos
fonosintácticos; recuérdese el verso de Góngora: "con dados
ganan condados", o: "un novillo/ un ovillo, la amiga/la miga, las
salas/las alas, etc."
¿Qué
soluciones tiene la lengua para evitar los casos de homonimia? En la mayoría de
las ocasiones, es muy difícil que se produzca la homonimia, ya que la
pertenencia de los homónimos a categorías gramaticales diferentes y, por lo
tanto, conmutables sólo en determinados puntos de la cadena sintagmática,
evitan la confusión; por otra parte, el contexto también resuelve estos casos.
Pero la
lengua puede recurrir a determinados procedimientos para evitar los casos de
homonimia. Veamos algunos:
1º) El
género gramatical es un elemento eficaz para ello; por ejemplo, en castellano:
el orden/la orden, el pez/la pez, el corte/la corte, el guía/la guía.
2º) Del mismo
modo, el número gramatical puede realizar la diferencia: hinojo/hinojos,
esposa/esposas, grillo/grillos.
3º) Por
ligera modificación de las formas homonímicas, bien cambiando un sonido o por
introducción de uno nuevo: especie y especia, derivados del mismo étimo latino:
species.
4º)
Realizando una modificación preventiva en la evolución de la palabra: la
conservación de la (f) latina en ciertas palabras ha permitido distinguirlas de
otras en las que se produjo su desaparición: fijo (fixu)/hijo (filiu); fiel
(fidele)/hiel (fel). En regiones de Venezuela y Puerto Rico, fojas (hojas de
libros) y hojas (hojas de árboles).
5º) Si la
homonimia se llega a producir, la lengua aún dispone del procedimiento de
sustitución de un elemento por otro. El latín "oleum" evolucionó sólo
hasta "olio"; podía haber
seguido hasta "ojo",
pero para evitar la colisión con "ojo" (oculum) se tomó el arabismo
"aceite".
Relaciones entre significado y significante: monosemia, polisemia, sinonimia y paronimia.
MONOSEMIA
Es la relación habitual que existe entre el significado y el significante en una palabra. A un significante se corresponde un sólo significado. Por ejemplo, la palabra lapicero expresa un referente que sólo puede ser evocado mediante ese significante.
POLISEMIA
Una palabra es polisémica cuando podemos expresar con ella varios significados.0 dicho de otra forma: un significante puede tener varios significados. La polisemia se distingue de la homonimia en que se trata de na relación entre los dos planos del signo lingüístico: los diferentes significados de una palabra tienen, o han tenido, un origen común.
- Araña: 'animal'/'lámpara'
- Espada: ' instrumento'/' matador de toros.'
La polisemia es uno de los mecanismos más eficaces de economía lingüística, pues permite expresar varios significados cou un único significante.
METAFORIZACIÓN
Se trata de
un caso particular de la polisemia. En la metáfora, un significante acepta otro
significado distinto al propio en virtud de una comparación no expresa. Al
mismo tiempo, se produce una reducción del significado: por ejemplo, en
"el calor dilata los cuerpos", podemos decir que el calor tiene los
rasgos de energía, intensidad y grado, mientras que en "el calor de la
ovación" falta el rasgo de grado, manteniéndose los otros dos.
Si la
metáfora es esencialmente un recurso estilístico, puede llegar un momento en el
que pierda su función estilística, por desgaste, y se incorpore a la lengua
común.
Las metáforas
se pueden clasificar en:
a) Metáforas
antropomórficas, en las que se toman los nombres de partes del cuerpo
humano para designar objetos inanimados: si la "cabeza" es la parte
más alta, más visible, la primera, etc., del hombre, serán fáciles las
denominaciones "cabeza" de familia, de puente, de una procesión, de un partido judicial...
Igual que pasa con "brazo": brazo de mar, de una cruz, de palanca, de
un candelabro, etc.; la "boca" de un río, los "pulmones" de
la ciudad,
las
"manecillas" del reloj, etc.
Muchas veces también las partes del cuerpo
reciben nombres de animales o de objetos inanimados: columna
vertebral, espina dorsal,
nuez, manzana de Adán,
músculo (del latín
"musculus", ratoncito),
etc.
b) Metáforas
animales. Las metáforas procedentes del reino animal se centran en dos
direcciones:
1ª)
Aplicación de nombres de animales a plantas y a objetos inanimados: pata de
gallo, barba de chivo, diente de león, boca de dragón, gatillo de una escopeta,
perrillo de una escopeta...
2ª)
Aplicación de nombres de animales a la esfera humana: una persona puede ser un
"burro", un "león", un "lince", etc.
c) Metáforas
sinestésicas. Asimilación de un sonido a un color, de un color a un olor,
etc. Se dice corrientemente,"un color cálido", "una voz
cálida", aunque el calor sea un fenómeno de temperatura inaplicable a
impresiones visuales o acústicas.
Decimos del mismo modo "una voz clara", "una voz oscura".
Algunos
adjetivos como "dulce" se prestan a transposiciones en todos los
sentidos: aplicado propiamente al gusto, se dice también de un sonido, de una
mirada, del viento, del carácter...
d) De lo
concreto a lo abstracto. Para el hombre primitivo, sólo cuentan las cosas
concretas. La abstracción aparece conforme se afirman las facultades
intelectuales a través de operaciones de análisis y de síntesis: de ahí la
riqueza de términos concretos y la carencia de vocablos abstractos en el léxico
de las tribus primitivas.
Esta
primacía de lo concreto se manifiesta bien por la procedencia de muchos
términos abstractos, en los que no se intuye su primitivo significado, bien por
la tendencia universal de traspasar palabras del mundo material al moral.
Las
abstracciones de origen concreto tienen varias capas. El "alma" y el
"espíritu" nos retrotraen a muy antiguas concepciones de los
fenómenos síquicos: en latín "spiritus" significa propiamente
"soplo", después "soplo vital", "alma", mientras
que "animus", "ánima" están emparentadas con el griego
"anemos" ("viento").
SINONIMIA
Dos o más palabras son sinónimas si tienen el mismo significado. Es decir, la sinonimia consiste en la igualdad de significado, cuando existen diferentes significantes. Algunas lingüistas niegan la sinonimia, pues en realidad no habría dos palabras con un significado totalmente exacto. O cuando menos, sería prácticamente imposible encontrar palabras con el mismo significado teniendo en cuenta todas sus acepciones y contextos en los que podría aparecer. Por ello, se pueden distinguir diversas formas en que puede presentarse la sinonimia:
Sinonimia conceptual: Los significados denotativos son plenamente coincidentes. Ej: listo=inteligente
Sinonimia connotativa: Puede, en ocasiones, no haber coincidencia denotativa; sin embargo esto no impediría que se consideren sinónimos por los valores connotativos que encierran. Ej: listo=zorro
Sinonimia contextual: En determinados contextos, se pueden stablecer ciertas sinonimias que serían impensables en otros. Ej: listo=preparado, en contextos como ¿ Estás listo?
¿Cómo pueden
producirse los sinónimos?
1º) Pueden
provenir a causa de préstamos léxicos de otras lenguas; pensemos, por ejemplo,
en "avión" y" aeroplano", "bicicleta" y
"velocípedo", "recibidor", frente a vestíbulo o hall, etc.
2º) Pueden
originarse a causa de la falta de precisión en el uso de las palabras por parte
del hablante: hoy "acordarse" y "recordar" son sinónimos,
mientras que en el español antiguo y aún hoy en Uruguay, Argentina, Chile,
Guatemala y Ecuador, "recordar" significa "despertar"
("Recuerde el alma dormida... ").
3º) El
deseo de distinguir con precisión los seres, las cosas, las cualidades, las
acciones, puede originar sinónimos entre palabras procedentes de la misma
etimología, pero en las que el hablante no siente hoy el mismo parentesco
etimológico: íntegro y entero, rápido y raudo, etc.
4º) La
apócope de una palabra, como "automóvil" y "auto";
"autobús" y "bus", etc.
METONIMIA
La
metonimia es la transferencia del nombre por contigüidad de los significados.
Por ejemplo, la "onza de oro" se denominó "pelucona" por
alusión a la peluca o cabellera larga del busto grabado en estas monedas,
especialmente las acuñadas hasta Carlos IV, inclusive. El significado
sería: "pieza de moneda" con "busto con peluca larga". Al
tomar sólo una parte de este significado, predominó el segundo rasgo,
obteniendo la metonimia: "una pelucona". Las metonimias consisten en
tomar la parte por el todo, el contenido por el continente, el instrumento por
la acción, y viceversa. Existe, por lo tanto, una relación de contigüidad entre
dos significados.
Esta
contigüidad puede ser:
a)
Traslaciones del nombre de lugar propiamente dicho a la cosa:
"pergamino" es una piel de Pérgamo, ciudad de Asia, donde se usó por
primera vez este material para escribir. El "chal" debe su nombre y
su origen a un valle de Afganistán así llamado. La "cachemira"
procede del valle Cachemira. La "muselina" de Mosul, ciudad del
Kurdistán turco. La "bujía" (vela) toma su nombre de Bujía, ciudad de
Argelia que producía cera en gran cantidad. "Landó" y "berlina" son formas de carruaje
que se usaron por primera vez en Landau y en Berlín, respectivamente, etc.
b) Traslación
del nombre del continente al contenido: "focus" era el hogar, donde
se conservaba el fuego, pero ya en tiempo del Imperio Romano empezó a aplicarse
este nombre al contenido y así, con esta segunda significación, se halla en las
lenguas romances: fuoco (italiano), foc (rumano), feu (francés), fuego
(español).
c)
Traslación de la cosa localizada al lugar: los "pies" de la cama,
sitio donde quedan los pies por oposición a cabecera; "café", bebida,
y lugar donde se vende, procede de Kafa. Muy general es el caso de las partes
del vestido que reciben el nombre de las correspondientes del cuerpo: cuello,
talle, costado, "dedos" de los guantes...
d)
Traslación del nombre del contenido al continente. Así, solemos denominar los
libros por la materia que tratan: una gramática, una filosofía, una física,
etc. De otra, parte, ayuntamiento, concejo, colegio, significan primeramente
reunión de las personas, y, luego, la casa donde se reúnen.
Del tiempo
en que suelen rezarse, toman su nombre "vísperas", rezo de la tarde
(del latín "vespera" = tarde) y "maitines", rezo de la
mañana. Otros ejemplos: "siesta" (del latín hora sexta = medio día)
descanso al medio día. "Hacer su agosto" (cosechar) porque en agosto
tiene lugar la cosecha.
En
"estilo" (instrumento para escribir, del latín "stilus"),
el nombre del instrumento se ha comunicado al modo como se ejecuta la acción.
Tener "buen estilo", escribir, castiza, elegantemente, tener buena
manera de escribir; hoy, como ya no se siente la traslación en estilo, se dice:
"tiene buena pluma".
La
sinécdoque es la metonimia que toma la parte por el todo: "cañón"
(máquina de guerra), sólo significa cilindro hueco (cañón, aumentativo de caña;
el cañón de la escopeta); por metonimia pasó a designar toda la máquina. Otro
ejemplo: "molino": a) piedra o pieza que muele; b) la máquina en
conjunto; c) la casa.
PARONIMIA
La afinidad
entre los significantes es la llamada paronimia, que se produce entre unidades
léxicas, cuyos significantes difieren muy poco desde el punto de vista
acústico: desecar/disecar, adoptar/adaptar, actitud/aptitud.
Relaciones entre significados: el campo semántico
En estos casos sólo tenemos en cuenta el significado de la palabra; nos olvidamos del significante. Todo significado está constituido por una serie de notas significativas que aludenan a su referente, y que pueden servir para diferenciar unas palabras de otras: reciben el nombre de semas. El conjunto de todos los semas de una palabra es el significado o semema.
Evidentemente, los sememas aluden siempre a los referentes, pero no se identifican con ellos. Las palabras no son las cosas, sino la forma de referirse a ellas. Cada lengua expresa una visión del mundo diferente, aunque el mundo sea el mismo para todos. Ello obedece a que el significado de las palabras no se establece de una manera arbitraria. Es posible descubrir una estructuración lingüística también dentro de los significados. De ahí nace el concepto de campo semántico: es un conjunto de palabras que tienen un sema común, entre las cuales se pueden establecer diversos tipos de relaciones. Cada lengua posee su propia forma de estructuración de sus campos semánticos.
Ciertos factores contribuyen a esta estructuración. Los más estudiados son los que se verán a continuación.
HIPERONIMIA E HIPONIMIA
La relación
de inclusión es uno de los principios más universales en la organización del
léxico de las lenguas. Técnicamente esta relación recibe el nombre de hiponimia.
En este sentido, el significado de "perro" estaría incluido en el de
animal, o el de "tulipán" en el de flor, de manera que "perro y
"tulipán" serían sus hipónimos respectivos.
La relación inversa se
llama hiperonimia: animal es hiperónimo de "perro" y flor lo
es de "tulipán". El conjunto de términos hipónimos de un mismo
hiperónimo (tulipán, clavel, rosa, margarita...) son cohipónimos.
Estas
relaciones permiten una estructuración jerarquizada del léxico en diversos
estratos cuyos términos presentan, de abajo arriba, comprensión decreciente y
extensión creciente. Así, a"boxer" corresponden más rasgos que a
"perro" (comprensión) y, por tanto, puede aplicarse a menos seres
(extensión); "perro", a su vez, es más comprensivo y menos extenso
que "animal" y éste, por su parte, menos extenso que "ser".
Esta red de relaciones se extiende en forma de pirámide.
Sin
embargo, estas relaciones son con frecuencia ambiguas y producen no pocas
lagunas y solapamientos. No es raro encontrar en las lenguas naturales series
de cohipónimos, como" olla", "cacerola",
"sartén", "cazo"..., que carecen de hiperónimo. En estos
casos es necesario recurrir a un sintagma lexicalizado, "utensilio de
cocina", para llenar el hueco correspondiente. Esta
jerarquización léxica no se corresponde necesariamente con las taxonomías
científicas, sistemáticas, completas y objetivas. En el caso del léxico, no se
atiende a lo científicamente observable, sino a la relación del hombre con lo
designado. Así, “piojo", "cucaracha", "grillo",
"mosquito", "lagarto"... son bichos. No diríamos
"animal" para referirnos a una "mosca" ("He matado una
mosca" no es reemplazable por "He matado un animal", pese a que
científicamente sea correcto).
ANTONIMIA
La
antonimia se produce entre dos palabras que tienen sentido contrario. Los
antónimos pueden ser de dos tipos:
a) Antónimos
gramaticales, que se forman por medio de un procedimiento gramatical, sobre
todo, con la ayuda de prefijos de sentido negativo: no, in, des, etc.:
humano/inhumano, proporción/desproporción, labial/no labial, etc.
b) Antónimos
lexicales, que se producen entre unidades lexicales; cuanto menor sea la
polisemia que contienen las palabras en cuestión, tanto más absoluta será la
antonimia: no/si, nunca/siempre, dormirse/despertarse, tónico/átono, etc.
Por el
contrario, cuanto más polisémicas sean las palabras, tanto más parcial será la
antonimia, porque sólo uno de los significados de una palabra puede ser
contrapuesto a los significados de otra palabra: por ejemplo,
"libertino" se opone por un lado a "casto" y, por otro, a
"religioso" o "creyente"; "libre" puede oponerse
a prisionero, cautivo, esclavo, ocupado, molesto, embarazado, etc.
Las
cualidades crean abundantes antónimos, expresadas por medio de sustantivos,
adjetivos o adverbios. También son bastante numerosos los antónimos verbales: aparecer/desaparecer,
vestirse/desvestirse, etc.
LOS
CAMBIOS DE SENTIDO
Las
palabras cambian de significado a lo largo de la historia: la electricidad no
es ni mucho menos, el "elektron" (ámbar) de los griegos (por la
propiedad del ámbar de atraer los cuerpos cuando se frota); nuestro
"átomo" no es tampoco el mismo de Pitágoras, ni el de hace
noventa años. El semantista trata de indagar las causas y la forma del cambio
semántico, así como el momento en que ocurrió.
CAUSAS
DE LOS CAMBIOS DE SENTIDO
Las causas
que motivan los cambios del significado pueden ser las siguientes:
Las causas
lingüísticas pueden ser:
a) Fonéticas:
la evolución fonética divergente de un mismo étimo da lugar no sólo a
significantes diferentes, sino también a significados: capital y caudal,
cátedra y cadera, cripta y gruta, estricto y estrecho, etc.
b) Morfosintácticas:
el significado de una palabra puede modificarse por influencia de otra palabra
que figura frecuentemente en la misma frase, o de la estructura general de la
frase misma. Muchos verbos se generalizan como auxiliares: como "ir":
"fue y se lo comió"; "cogió y se sentó"; "cogió y se
fue" (=se fue).
c) La etimología
popular hace que se reúnan muchas veces en un solo significante los
significados de "actitud" y "aptitud", "adaptar"
y "adoptar", "competer" y "competir".
Las
palabras antiguas "antuçanu", "anteuzano" significan la
"plazuela que se dejaba en las casas antiguas ante la puerta" (en
latín, ante + ostianum); se convirtieron en "altozano" por influencia
de "alto", ya que los atrios que se dejaban ante las iglesias y
castillos eran altos.
El culto
"vagabundo" (del latín tardío "vagabundus") se deformó en
"vagamundo", donde la nueva motivación del segundo elemento
("mundus") modifica el contenido.
d)
La elipsis. Un solo concepto puede expresarse por medio de dos o más
palabras que tienen unidad semántica, por ejemplo, "barco de vela".
En estos
casos, la tendencia a la economía del lenguaje hace que se reduzcan estas
secuencias léxicas, demasiado largas, suprimiendo las palabras que se pueden
adivinar: un barco de vapor ® un vapor.
A veces, la
supresión alcanza a varias palabras: "un traje de baño de dos piezas"
® "un dos piezas". De este
modo, una sola palabra expresa lo que antes se había hecho por medio de un
sintagma. Éste puede alternar con la expresión elíptica: "barco de
vapor" ® "vapor", o ser olvidado: presente (tiempo
presente), oclusivas (consonantes oclusivas), corcho (tapón de corcho), el
rápido (el tren rápido), etc. Un número elevado de elipsis de este género se
encuentra en las lenguas especiales, por ejemplo: a) de los militares: un
(globo) dirigible, 5º (regimiento) de infantería; b) de los deportes: (prueba)
eliminatoria, (caballo) favorito, (puñetazo) directo; c) matemáticas: (línea)
diagonal, (línea) perpendicular, etc.
Afectan
indirectamente al sistema de la lengua; son debidas a los cambios que sufren
las técnicas, las instituciones, las costumbres, etc.
La técnica
crea productos nuevos, pero el nombre no cambia: nuestro "papel"
(procede por vía semiculta del latín "papyrus", a su vez, del griego
"pápiros"; el papel fue introducido por los árabes en Europa a través
de Cataluña e Italia) no tiene ninguna semejanza con el papiro clásico.
"Geometría" significaba antes el “arte de medir los terrenos".
"Átomo" es hoy una palabra etimológicamente inapropiada, puesto que
en griego significaba "indivisible".
Cuando una
palabra pasa del lenguaje ordinario a una nomenclatura especializada -la
terminología de un oficio, un arte, una profesión o algún otro grupo limitado-,
tiende a adquirir un sentido más restringido. Recíprocamente, las palabras
adoptadas del lenguaje de un grupo por el uso común suelen ensanchar su
significado. Hay así dos tendencias socialmente condicionadas que operan en
direcciones opuestas: la especialización y la generalización.
La
especialización del significado es una de las fuentes de la polisemia. En
muchos casos, el sentido especializado ha anulado por completo al general. Por
ejemplo,"laborare" (trabajar) especializado en "labrar";
"pacare" (aquietar) especializado en "pagar";
"forma" (forma) especializado en "horma";
""cibus" (comida) especializado en cebo; "sermone"
(conversación) especializado en "sermón"; "conventus" y
"congressus", que significaban "reunión", especializados en
"convento" y "congreso", respectivamente.
El
proceso inverso, también muy usado, es la generalización. La lengua de los
marineros ha dejado, por ejemplo, ad-portare (del latín portus) "llegar al
puerto" ® aportar; ad-ripare (del latín ripa) "llegar a la
playa" ® arribar; la letra "delta" da su nombre a la isla
de la desembocadura del Nilo, que tiene esa forma, y de aquí a la isla
triangular que se encuentra en la desembocadura de cualquier río.
"Alameda" es hoy cualquier camino bordeado de árboles; en su origen
significó "camino bordeado de álamos", etc.
Muchas
veces los cambios de significado tienen su origen en el estado de ánimo del
hablante o en algún rasgo más permanente de índole mental. Dos son las causas
más importantes de tales cambios: los factores emotivos y el tabú.
a) Los
factores emotivos:
La
expresividad está en relación con el sujeto hablante, y expresa el valor
afectivo, desiderativo, estético, moral, que le atribuye el locutor.
La
valoración estética o moral es la fuente principal de estos cambios: puede ser
por metáfora: "mi gatita", "es un camello", "un
pato", "un burro", etc., o por formación de diminutivos y
aumentativos con valor afectivo: el proceso es siempre sicoasociativo; la
pequeñez evoca ideas de delicadeza, de gentileza o, al contrario, de debilidad,
de cosa mezquina; el aumentativo, de fuerza, de monstruosidad, de fealdad, etc.
b) El tabú
y el eufemismo:
Tabú es una
palabra polinésica que significa "sagrado", "prohibido". Se
aplica a las personas y a las cosas prohibidas.
Lingüísticamente,
se refleja en la prohibición de pronunciar una palabra que designa un ser
maligno, un fenómeno natural, una enfermedad, etc. En toda comunidad, por
diversas razones, siempre hay nociones que sus miembros evitan nombrar.
En la
mayoría de los casos, se dejará de utilizar la palabra objeto del tabú y un
sustituto vendrá a ocupar su lugar. Este sustituto es el eufemismo, palabra
inofensiva utilizada en lugar de la de mal augurio.
El tabú
puede ser de varios tipos:
a) Tabú
de superstición: el irlandés tiene una docena de nombres para el oso y otra
para el salmón, porque son dos animales que la imaginación popular había
convertido en tabú, ya que se consideraba que los animales que se cazan o se
pescan están investidos de poderes mágicos.
El latín
"mustella" (comadreja) ha recibido muchas denominaciones que remontan
al concepto de "hermoso": en Córcega, "bellula", en Verona,
"beladónola", en español (Santander),"vilidilla" (del
antiguo bellido, "hermoso). En español, francés del Sur y dialectos
alemanes del Este, la comadreja es una "comadre"; para los griegos y
árabes una "joven novia"; para los portugueses una "nuera";
para otros dialectos alemanes una "señorita", una
"doncellita", etc.; siempre es objeto de aduladoras designaciones. Ello se
explica por la antigua superstición según la cual la comadreja está provista de
fuerzas misteriosas. Por ello, el pueblo, temiendo su carácter demoníaco, trata
de granjearse su favor con nombres cariñosos.
La palabra
"bonanza" ("tiempo tranquilo en el mar") se debe a la
superstición de los marineros: la palabra griega "malakía" (blandura,
flojedad) fue tomada en préstamo por los romanos bajo la forma de
"malacia". Como el comienzo de la palabra -mal- hacía pensar en
"malus" los marineros temiendo encolerizar a este "ser" o
bien al ser causante de la calma marina, que era catastrófico para los barcos
de vela, sustituyeron mal por bon (del latín "bonus", bueno).
b) Tabú
de delicadeza, originado por la tendencia general a eludir la referencia
directa a los asuntos desagradables, como los que se refieren a la muerte, a
las dolencias y enfermedades, a los crímenes, a los defectos, etc. Por ejemplo,
"desapareció", "se fue","cerró los ojos", con el
valor de "se murió". "Imbécil" conservó hasta el XVIII su
significado latino de "débil"; a partir de esta época, tomó el valor
actual de "alelado", de "flaca inteligencia".
c) Tabú
de decencia, originado por la costumbre de proscribir de la conversación
todo lo que se refiera a las funciones sexuales y fisiológicas, a los órganos
sexuales, etc. Por ejemplo, el español antiguo "garzón" pasó del
sentido de "mozo" al de "mozo disoluto". En francés pasó
algo similar, pero en el sexo femenino. La voz "garce" (femenino de
"garçon") llegó a hacerse sinónima de "moza de malas
costumbres". La lengua la dejó y puso en su lugar "fille"
(femenino de "fils").
Pero la
misma idea que había tenido la anterior manchó también a éste, y para
utilizarla nuevamente fue menester añadirle el adjetivo jeune (joven):
"jeune fille". Pero esta forma es insuficiente porque no puede
decirse, por ejemplo, de una joven de 25 años; la lengua formará entonces la
extraña denominación "une jeune personne". Otro caso:
"amante" en el XVII aún no implicaba ninguna relación ilícita.
Después se empezó a usar como atenuante y no tardó en adquirir el significado
que había querido ocultar. De ahí la cantidad de palabras que surgen: amante,
amiga, querida, entretenida, favorita, etc.
¿Qué
procedimientos emplea la lengua para hacer frente al tabú? Siempre son
procedimientos terapéuticos. Dos son los principales: la modificación y la
sustitución.
a) La modificación,
que puede realizarse sobre el cambio o la adición de uno o más fonemas de la
palabra en cuestión: "leñe", "corcho", etc., o sobre una
modificación que entraña la sustitución formal de una palabra por otra: voto a
bríos (en el español antiguo "Dios"), pardiez, en lugar de "por
Dios", diantre, por "diablo".
b) La sustitución.
El "diablo" puede sustituirse por "tentador",
"enemigo", "enemigo malo", "adversario", "príncipe
de las Tinieblas"...
El español
"siniestro" significó en principio "izquierdo", de donde ha
evolucionado a "funesto", "infeliz", por el mal agüero que
para el pueblo era la aparición de aves a mano izquierda del camino. El vacío
producido se cubrió empleando la palabra de origen vasco "ezquer",
que ha proporcionado las formas iberorrománicas. En francés ocurrió lo mismo:
"senestre" fue sustituido por el "gauche" germánico.
Todos estos
cambios conducen a que las palabras cambien de valor ante nuestros ojos: a que
se ennoblezcan o a que se envilezcan. La Iglesia ennobleció un gran número de
palabras, dándoles una significación nueva. "Verbum" pasó a
significar el "Verbo Eterno" y dejó su lugar a "palabra".
Como los cristianos pasaron a llamarse "servi Dei", y el Pontícife
"servus servorum Dei", dejó de ser despectiva la voz
"servus" y fue sustituida por "esclavo".
"Pedagogo", de humilde origen ("criado" o "ayo"),
ha subido a gran altura.
Otras veces
se envilecen: "pedante" fue en su origen sinónimo de
"pedagogo". "Pescuezo", "orejas", eran palabras
finas en el XVI: hoy nos parecen bastas y tendemos a sustituirlas por
"cuello", "oídos".
Para saber más
Actividades de profundización